La Quemada Chicomoztoc: el cerro-fortaleza de Zacatecas

Maqueta en el museo de sitio, en La Quemada Chicomoztoc

La zona arqueológica de La Quemada se localiza a 56 kilómetros al sur de la ciudad de Zacatecas, sobre la Carretera Federal número 70 Zacatecas-Guadalajara.

Vista general del sitio

La Quemada se compone de numerosas plataformas de mampostería de distintas dimensiones que adosadas al cerro, funcionaron como basamentos para las estructuras superiores.

Sobre los costados sur y sureste de esa elevación se encuentra una alta concentración de edificaciones de índole ceremonial, varias de las cuales son complejos de plataformas patio-hundido y altar-pirámide, un atributo arquitectónico típico mesoamericano.

La Pirámide Votiva

Sobre el costado poniente se hayan múltiples plataformas o terrazas que al parecer, corresponden a estructuras habitacionales más que a ceremoniales. Todos los elementos arquitectónicos de La Quemada están construidos con lajas de reolita, extraídas de la loma que se observa hacia el noreste de la Pirámide Votiva.

El salón de las columnas resalta por el sentido de orden y su austera belleza

Vista del Salón de las columnas
Otra vista del Salón de las Columnas

Para unir las lajas se empleó un mortero compuesto de arcilla y fibra vegetal que con el paso del tiempo se erosiona, lo que provoca el deterioro de los muros. Sobre esta mampostería fueron aplicados varios aplanados de barro y un encalado pulido, hoy en día únicamente se observan pequeñas secciones del acabado original.

Los estudios realizados hasta ahora permiten determinar que el conjunto monumental que se conserva fue construido en distintas épocas. Sabemos que en el núcleo de mampostería de la zona arqueológica existen edificaciones anteriores, cubiertas por los rellenos de etapas constructivas posteriores.

Esta es una zona arqueológica singular en el mosaico de sitios mesoamericanos.

El Salón de las Columnas, vista desde lo alto del conjunto

Dada la distancia existente entre La Quemada y el centro de Mesoamérica, esta zona arqueológica ha sido objeto de distintas interpretaciones por parte de historiadores y arqueólogos, quienes han intentado correlacionarla con distintas culturas.

El Cuartel, lugar donde había viviendas.
El guía señala parte de los restos del techo que, incendiado, se vino abajo.

Se supone que este lugar pudo ser el legendario Chicomostoc, un sitio Caxcan, un enclave teotihuacano, un centro tarasco, un bastión contra chichimecas intrusos, un emporio tolteca o, simplemente, el producto de un desarrollo independiente y capital de todos los grupos indígenas asentados al norte del río Grande de Santiago.

A la izquierda, la Pirámide Votiva, a la derecha, el juego de pelota y otras estructuras.

Se le relaciona con los aztecas, los tarascos y con la cultura Chalchuhuites

En 1615, Fray Juan de Torquemada identificó a La Quemada con uno de los lugares visitados por los mexicas durante su migración hacia la cuenca de México, donde dejaron ancianos y niños.

Clavijero, en 1780, asoció este lugar con Chicomostoc, donde los mexicas permanecieron nueve años durante su viaje al Anáhuac.

Esta especulación dio paso a la tradición popular que identifica a La Quemada con el lugar mítico llamado “Las Siete Cuevas”.

La Pirámide de los Sacrificios, al fondo la Terraza 18.

Los trabajos arqueológicos efectuados en esta zona a partir de la década de los ochenta, han permitido precisar que La Quemada se desarrolló entre 300 y 1200 d.C. (periodos Clásicos y Posclásico Temprano) y que fue contemporánea a la Cultura Chalchihuites, caracterizada desde los primeros siglos de nuestra era por una intensa actividad minera.

En primer plano, la Pirámide de los Sacrificios, vista desde la Terraza 18.

La Quemada, Las Ventanas, El Ixtepete, varios asentamientos mayores en Los Altos de Jalisco y el centro norte de Guanajuato formarían una red de intercambio vinculada a Teotihuacan (350-700 d.C.), que se extendía desde el norte de Zacatecas hasta la cuenca de México.

Posiblemente un incendio acabó con la población del lugar

La Ciudadela, en la parte más alta del complejo.

Es posible que los nexos establecidos por los teotihuacanos se dieran con las élites locales de los centros ceremoniales de dicha red o bien por la alianza de varios intermediarios locales o porque pequeños grupos de mercaderes teotihuacanos, residentes en esos centros, eran quienes aseguraban el flujo de los diversos recursos y productos, como minerales, sal, conchas, pluma, obsidiana, peyote, entre otros.

Dos pirámides en La Ciudadela. Una vez al año, al amanecer, un haz de luz solar sale de una de ellas e ilumina un punto en la otra.

Entre 700 y 1100 d.C., La Quemada ya no participará en esa red, sino que, como lugar dominante del intercambio a nivel regional, comenzó a competir con algunos sitios aledaños.

Es durante este tiempo que el sitio adquirió un carácter defensivo, evidencia de ello es la construcción, sobre el flanco norte del lugar, de una muralla de aproximadamente cuatro metros de altura por cuatro metros de ancho, así como la cancelación de dos escalinatas dentro del conjunto monumental con el propósito de restringir la circulación.

Por las huellas de incendio que se han encontrado en varias partes del sitio se infiere un ocaso violento del asentamiento.

Una vista del complejo desde la Ciudadela, en el camino de regreso…

Tomado de la miniguía editada por el INAH.

Texto: arqueólogo Peter Jiménez.

Citado de: http://www.cnca.gob.mx/cnca/inah/zonarq/laquemada.html Para octubre de 2018, el vínculo ya no está vivo.

Aquí se presentan los principales vestigios del complejo, todas las fotografías se tomaron el sábado 7 de noviembre de 2004, durante una visita de campo al lugar, como parte de la materia de Historia de México I.

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